martes, 12 de enero de 2010

Repartir

Debería ser tiempo de descanzo, y no lo parece. Los pies ya no se piden permiso para dar pasos, se atropellan, ya da igual, la idea es terminar lo más rápido posible el ajetreo que comienza con colectivos, que llegan a agustinas, y termina en la noche en cualquier cosa que me traiga hasta mi cubil de cartón sin energía elécrica.

No sé si el otro tema es un capricho de ella, según la larga y aburrida charla que tuve que escuchar, todo es cierto PERO según el ángel con quien tuve el placer de conversar este pasado odioso sábado, sólo es cosa de un trastorno de la personalidad que tiene solución, PERO sólo si ella lo permite. Ja! esto no se lo cuento a nadie, y creo que me falta alguien que pueda sólo sentarse, y fingir que me escucha, necesito a ese alguien, pero todos tienen putos problemas, así que... ¿Porqué echarse al hombro una bolsa más pesada?

Debo reconocer que estoy cansada (física y anímicamente), harta de que no se reconozcan mis grandes esfuerzos ( y ya me da lo mismo el hecho de que en mi vocabulario no exista la palabra modestia) y sí, soy jóven, y algún día dejaré de ser la jovencita conciente por el resto, y no me encontrarán, por que juro que
me perderé, me perderé
( y perderán el tiempo, buscándome en los cubiles que entre mis tantos viajes supuestamente dejé repartidos.)

Quisiera tener a alguien similar a ese ángel. Creo que me hace falta

 
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