Narración no-mágica.

El perro mostraba los dientes, dando a entender su enojo. Hacía también sonido extraños, que se fundían con el pesar de una señora de ya sus avanzadas décadas de vida, y los llantos desconsolados de una dama que no entiende el porqué de las cosas. La pequeña observaba todo eso, se tapó los oidos, tratando de huir al menos del sonido que escuchaba, cerraba sus ojos, pero el querer saber era más fuerte. Afuera, sus amigos la llamaban al unísono, ella no los atendió. Le daba lo mismo lo que pasara fuera de aquel salón. Creció rápido, cada segundo en ese lugar hizo que ella creciera, que sus neuronas se multiplicaras, su sistema nervioso funcionara, pero debilitándose a la vez, tenía que leer un libro de cuentos de hadas para el colegio, pero ella piensa que no sirven de nada esos libros. A pesar de su corta edad ya distingue que la fantasía no existe. Ella sueña mucho, pero sabe que los sueños son sólo sueños. Y que es mejor vivir en la realidad que en los sueños, por que el ilusionarse hace más mal. Ella lo sabe, y crecerá rápido. Y yo por mi parte me sentiré orgullosa de ella.

Tengo mis brazos cruzados, creo que ya hice todo lo posible.